Publicistas se unieron para salvar pequeñas empresas en la crisis.

Dos bogotanos se aliaron para darles una mano a negocios y proteger miles de empleos. Eran las 7:28 de la noche del 1.º de mayo, cuando Alejandro Camelo y Karen Piñeros, dos curtidos publicistas y expertos en mercadeo, decidieron unir esfuerzos y echar a andar un proyecto colaborativo para ayudar a pequeñas empresas a salir adelante en medio de esta crisis ocasionada por la pandemia de Covid-19.

“En el Día del Trabajo queremos salvar el trabajo de muchos. ¿Quién no compró en el Only?, ¿o fue a comerse un gran tamal en la panadería La Florida? Hoy, muchos de estos negocios clásicos y no tan clásicos están en problemas, no tienen un e-commerce, no cuenta con grandes influenciadores, no hay importantes presupuestos” fue el mensaje que pusieron a rodar en las redes sociales y que rápido se viralizó.

Su objetivo: reclutar personas del gremio que quisieran sumarse a esa iniciativa altruista. Tenían que aportar su conocimiento, su trabajo, pero no iban recibir nada a cambio. Y aunque esperaban que aparecieran candidatos, el número de quienes levantaron la mano los sorprendió.

En menos de cinco días contaban con más de 1.500 personas interesadas en poner su granito de arena. Hoy ya suman 1.700. 
No solo llegaron profesionales en publicidad, mercadeo, comunicaciones, fotografía y desarrolladores web, sino también de otras áreas, como finanzas, contaduría, salud y recursos humanos. Algunos con vasta experiencia y otros desempleados que, a pesar de su propio drama, quieren también ayudar.

Alejandro, un empresario de 36 años, y Karen, una emprendedora en el área digital de 26, son dos jóvenes bogotanos a quienes les aterroriza pensar que miles de colombianos se están quedando sin empleo y por eso consideran que el pasado 1.º de mayo fue una conmemoración gris, tal vez la peor de la historia de los trabajadores en el mundo.

Y así lo corroboraron. A través de #TrabajoSíHay, una bolsa de empleo en la economía naranja con 12 años de vida, realizaron una encuesta con 1.068 profesionales del sector y se encontraron con que el 91,6 % de los consultados conocen al menos un profesional que perdió su empleo a causa de la pandemia, el 56,6 % de las empresas no tienen vacantes abiertas y el 39 % congeló la contratación de talento.

De cada negocio se sostienen no solo los dueños y los empleados y sus familias, sino también un montón de empleos indirectos, es un engranaje

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La misma bolsa de empleo, de hecho, estaba palpando directamente lo que venía pasando con el mercado laboral en esa comunidad. Pasó de recibir más de 120 ofertas diarias de trabajo a un promedio de 30 y, como a la gran mayoría de negocios en Colombia, también le ha tocado reinventarse.

“De ver la situación tan crítica y que se acercaba el 1.º de mayo, nos planteamos cómo podíamos hacer para ayudar a salvar el empleo de muchas personas. De cada negocio se sostienen no solo los dueños y los empleados y sus familias, sino también un montón de empleos indirectos, es un engranaje”, dice Camelo.

Su proyecto piloto fue el Only, una cadena tradicional de venta de ropa que, por la cuarentena nacional, debió acudir a domiciliarios en bicicleta y sobre la cual ya se había gestado toda una campaña de solidaridad en redes sociales.

El equipo de Alejandro y Karen contactaron entonces a los dueños y les encargaron a un grupo de siete profesionales de diferentes áreas revisar las alternativas de mercadeo con las cuales estos almacenes bogotanos podrían llegar directamente a sus clientes, como es el caso de una plataforma digital. “Es un negocio tradicional, clásico, que está necesitando distribuir sus productos. Si se salva al Only, se salvan a 1.200 empleos”, advierte Camelo.

Actualmente, esta iniciativa, que apenas lleva unos 20 días de gestada, suma 340 pequeñas empresas que depositaron sus esperanzas en un grupo de creativos que, sin cobrar un solo peso, están entregando su conocimiento y experiencia en diseñar estrategias de comercio online que les facilite seguir operando y que, con ello, miles de personas puedan conservar sus empleos.

Entre esos negocios están, por ejemplo, Chontacones, un emprendimiento que desde hace 11 años ofrece productos a base chontaduro y que ha logrado vincular a pequeños productores e incluso campesinos que dejaron los cultivos ilícitos. Sus clientes eran estudiantes de colegios y universidades y algunos cafés que por el aislamiento no han podido abrir.

Pero también están muchos otros pequeños negocios que intentan salir adelante en la actual coyuntura, algunos de ellos son Julia la Librería, con 38 años de vida; La Table De Michel, un restaurante francés con 29 años en la ciudad; la pastelería La Fontana, con 30 años de fundada, y la empresa de cine independiente Cine Tonalá.

“Esto no es un negocio, es un tema de reputación. Todas esas pequeñas empresas y profesionales se van a seguir acordando toda la vida de la marca que, en un momento crítico, los ayudó”, insiste el publicista bogotano que hace 12 años encontró el nombre de su empresa en una frase que repetía todos los días en un programa radial el hoy desaparecido periodista Cristóbal Américo: “Trabajo sí hay”, cuando leía las ofertas de empleo.

TOMADO DE www.eltiempo.com

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